“82. Tu verbo canta a través de mi; recibe por mi palabra el Todo como sacrificio espiritual. 83. Esto es lo que gritan las Potencias que hay en mí; cantan el Todo, cumplen tu voluntad. Tu voluntad viene de ti y regresa a ti, el Todo. ”
(L.VII) El Divino Poimandres de Hermes Mercurius Trimegistus
¿QUIÉN ESTÁ DETRÁS DE LA PANDEMIA? Por lo que vemos, escuchamos, percibimos y nos informan… ¿Qué sabemos acerca de cómo se desató la Pandemia? Sabemos que, en el mejor de los casos, fue por un virus que se transmitió de un animal al ser humano en los mercados chinos, dadas las condiciones en que se comercializan alimentos frescos en esos lugares. Decimos “en el mejor de los casos”, porque otras versiones/teorías nos dicen que el virus salió por error de un laboratorio o, peor, que fue creado adrede. Cuando comenzó la cuarentena, período de reclusión literal y obligatoria, en un año que no era uno más (Año Bisiesto, Año de Xapana, representado en el Panteón Yoruba como el Señor de las Pestes y asociado a El Ermitaño), año de Amor y/o de Muerte; desde este espacio, con aquellos que ya estaban recorriendo este camino con nosotros, tomamos la decisión de utilizar este período para transformarnos internamente. Transformamos reclusión en introspección, con el propósito de “salir” de la cuarentena Mejor de como entramos. Transformados de adentro hacia afuera. Mas esa pandemia desatada por un virus no es más que la densificación de todos los virus que llevamos dentro de nosotros en algo masificado a escala mundial. Prueba de lo “infectada” que está la humanidad de por sí. Humanidad que abusa de los recursos que la Madre Tierra da para su sustento. Abusamos de la tierra y de sus recursos, abusamos de los animales, abusamos del territorio con guerras inocuas y abusamos de nuestro prójimo, de aquel que está encarnado en este momento en la tierra para hacer lo mismo que todos: descubrir que hay un virus que funciona dentro de cada uno y nos enferma cada día más, casi sin que nos demos cuenta. Y nosotros no es que no hacemos nada ante eso: ¡no! estamos alimentando cada día de nuestras vidas a ese virus. Lo alimentamos, lo protegemos y encubrimos. Como si fuéramos nosotros los políticos y científicos desidiosos o inescrupulosos que tienen la obligación de tapar sus errores con los que luego perjudican a la humanidad en nombre de “cuidarla”. Cada quien sabe o tiene alguna idea o noción de cuál es el virus que lo afecta. Y, si no lo sabe, llegó la hora de descubrirlo, llegó el momento de quitarse las máscaras y sanar. Así lo demuestra el entramado. ¿Dónde habita ese virus? En nuestra mente. En nuestra mente está el virus y si no lo detenemos se expande por todo el cuerpo anclándose en nuestro corazones; y desde allí lo transmitimos a nuestra vida. Es nuestra misión detectar con qué estamos alimentando nuestro propio virus. ¿Qué le estoy dando de comer para que crezca y se fortalezca? Estamos quienes lo alimentamos con gula, violencia, desidia, otros lo harán con división, odio, lujuria, envidia, deseos de dañar a otros o a sí mismos, y más. Somos nosotros los que alimentamos el virus con pensamientos y luego con acciones, consecuencia de lo que emanamos desde nuestros pensamientos y sentimientos infectados. Podrán decir… “de qué virus me hablan si yo estoy sano”. Yendo a términos que hoy escuchamos constantemente, y tal vez no entendemos como tampoco lo comprenden quienes lo pronuncian: somos asintomáticos. Creemos que estamos sanos pero vamos llevando ese virus a donde vayamos. Lo “contagiamos” a nuestros hijos, infectamos nuestro trabajo, nuestras relaciones, nuestro sustento y nuestra salud. En definitiva, infectamos nuestra realidad. Nuestra realidad vive enferma de ese virus que habita en nuestra mente y al que alimentamos todos los días. Hasta que decimos que no, que no queremos alimentar más a lo que nos enferma. Hasta que Decidimos dejar de alimentar el virus para alimentar lo que nos da Vida, lo que nos Enciende, Motiva y nos impulsa a Crecer. Los virus, así como los virus informáticos, son instrucciones. Instrucciones para utilizar nuestros recursos en su totalidad: mente, energía y cuerpo funcionando bajo las instrucciones del virus que mora en nuestra mente, en nuestros pensamientos. Ahí está el verdadero artífice de la Pandemia. En una humanidad que funciona domesticada, bajo el mandato de un otro que nos dijo que podíamos o no podíamos ser; que nos dijo cuál era nuestro deber y qué cosas no debíamos hacer, que nos pondera de acuerdo a lo que tenemos o no tenemos y por último, infección de estos tiempos, que nos dice qué sabemos o qué no sabemos y quiénes son aquellos que “saben” o no. En resumen, un virus que infecta la realidad del planeta. El período de reclusión es obligatorio, así lo demandó el entramado universal y así fue densificado en lo real. Un cambio de Era está en curso, y sólo podremos cambiar de Era aquellos que enfrentemos al virus que infecta nuestra vida y decidamos inmunizarnos ante él; para llenar ese espacio con las instrucciones que sean Armónicas con nuestro objetivo, con aquello que deseamos para nuestra Crecimiento en la Vida. Bendecidos aquellos que, como nosotros, decidan encarnar este período momento con la Fuerza, la Decisión y la Determinación necesarias para salir fortalecidos y esclarecidos de este período de oscuridad. Para iniciar ese Viaje Interior (Viaje Iniciático) que posibilite nuestra transformación en aquello que deseamos Ser. Es nuestra Decisión. Y así como el tiempo se acaba, y el entramado cada vez más nos devuelve indicios y confirmación de que el virus está más fuerte que nunca: guerras y muerte, desigualdad, división, hambre y odio entre hermanos… Así como recibimos eso de nuestras acciones, también podemos afirmar que es nuestra la Decisión de encontrarnos con la Luz que habita en nosotros. Está en nuestras manos, y sólo en nuestras manos, la posibilidad de Cambiar y Transformarnos. Es una Decisión Individual. Y sólo dependemos de nosotros, siempre: hasta un minuto antes de ser vencidos y un minuto después de no haber cedido ante nuestra oscuridad. Axé y BenDiciones.
¿QUÉ ES ÈSÚ? ¿QUIÉN ES EXÚ? Dos preguntas concretas, una infinidad de respuestas. Èsú es Todo y Nada. Es energía latente, siempre dispuesta al hacer. Es movimiento, acción, transgresión. Es estar en todos lados a la vez, y en ningún lado, es integración con el todo, es tiempo circular. Cuando hablamos de Èsú, y para referirme a la energía propiamente dicha voy a hacerlo con esta escritura: Èsú, tal como llega de la lengua yoruba desde el África occidental y que significa “esfera”; nos referimos a la energía necesaria para la creación. Sin Èṣú no se hace nada es una frase que quién conoce acerca de religión y espiritualidad africana seguramente ha escuchado infinidad de veces. Y es por eso que es la primera energía a la que se ofrenda para convocar en favor de nuestro propósito ante la realización de cualquier trabajo energético. Es quién abre los caminos para que las demás energías que componen la cosmogonía yoruba puedan integrarse y fluir armónicamente. Protector de los caminos y dueño de todas las puertas y llaves. Energía en África reconocida como dinámica, tramposa, caprichosa representada muchas veces en el arquetipo del niño/adolescente travieso al que hay que asegurarse de agradar primero “para que no se ofenda” y no haga de las suyas con nuestro propósito o intenciones. ¿Qué es lo que se oculta detrás de ese mito? detrás de esa obligación de atender primero a Èsú para llegar a buen puerto con nuestro propósito, ¿por qué sin Èsú no se hace nada? Visto de esta manera puede generar cierto respeto, como una máscara donde se esconde el temor. ¿Es que Èsú puede enojarse si no hago las cosas como él quiere?, ¿qué es lo que realmente debemos aprender de esta poderosa e irremplazable energía?. Unamos los principales aspectos que caracterizan a Èsú: dijimos que es la primera energía/deidad del Panteón Yoruba, es Movimiento y Acción. También podemos incluir la juventud (representada en que Èsú es el inicio, los comienzos), la rebeldía, la transgresión de poner a prueba todos los límites. Cuestionar las reglas, presionar sobre el status quo y promover el cambio. Esa es la esencia de Èsú y tal vez ahí encontremos las respuestas a por qué suele ser considerado peligroso y reverenciado con temor. ¿Quién realmente está dispuesto a romper con sus propias reglas, creencias y paradigmas mentales, para la realización de su propósito superador e individual, propio? ¿Quién tiene la fuerza y convicción necesaria para apropiarse de la decisión de fundar su Camino, su propia Verdad?. Si llevamos todos estos aspectos a nuestro desenvolvimiento espiritual, a nuestro caminar y a nuestro crecimiento en la tierra desde esta cosmovisión africana podemos comprender que es imposible realizar cualquier cuestión que sea que me proponga sin vermelas con Èsú. Y vérselas con Èsú entonces significa poner en juego mi deseo en la práctica, en los hechos; de que tan cierto es aquello que digo que quiero hacer verdad: implica la acción de vencer la inercia de los automatismos, de las programaciones mentales para dirigir mis fuerzas hacia mi propio deseo. Para eso, obligadamente, primero (sí, primero!) voy a tener que romper con viejos paradigmas y creencias que bloquean mi desenvolvimiento. Para Èsú todo es posible y es en esa creencia donde radica la fortaleza de esta energía. Transgredir los límites que bloquean mi camino hacia lo que deseo lograr no es más ni menos que abrirse paso en la vida. Todo aquel que logró llegar más allá de lo que otro le dijo que podía llegar usó la fuerza de Èsú. Desde Cristo a Maradona, de aquella persona a la que la ciencia le informó que le quedaban pocos días de vida y sin embargo pasaron muchos años antes de encontrarse con la muerte y de todos los milagros y logros increíbles que hemos realizado o hemos visto realizar, se han iniciado desde esta fuerza. Esta fuerza que nos acompaña y es parte fundamental del entramado, del gran holograma universal, por medio del cual generamos nuestra realidad. Por eso es la primera, porque nadie puede lograr un gran resultado sin antes haber vencido sus propios límites. Sin antes haberse arremangado para ponerse a prueba ante su deseo, ante sus pensamientos y sentimientos. Porque aquél límite que alguna vez vino de afuera por crianza, educación, cultura, se ha internalizado en nosotros con años y años de práctica; tantos que ya creemos que eso somos nosotros. Èṣú brinda la oportunidad de dirigir nuestras acciones desde el propio deseo. De comprender que todo es posible si logramos ser nosotros quienes controlamos esos pensamientos y sentimientos, si alineamos mente y corazón. Los límites nunca proceden de afuera, siempre están en el caos mental de los pensamientos. Cuando, erróneamente, se culpa a Èsú de alguna circunstancia negativa por no “atenderlo adecuadamente”, por no ofrendarlo primero o lo que sea que pueda servir de excusa, estamos escondiendo que Èsú es entramado, es Karma y eso es lo que nos enseña desde el arquetipo de la energía caprichosa y cambiante. Es crecimiento para quién decide caminar con paso propio o padecimiento para quién cree que es víctima de las circunstancias. La rebeldía de quebrar nuestros propios límites, porque de eso es de lo que se trata, sólo podrá llegar a buen puerto si nos hacemos cargo de lo que somos, de lo que hacemos. De las decisiones con las que afrontamos los actos de nuestra vida. No hay crecimiento verdadero sin esta acción. Solo es posible abrirnos paso más allá de aquellas que creemos son nuestra posibilidades con la confianza y la determinación que esta energía representa: hacer más allá de los obstáculos y pruebas que aparezcan en el camino. Porque éstas son producto de la emanación de nuestras acciones y una vez que esto es comprendido estaremos utilizando la fuerza infinita de Èsú, con la valentía y confianza de que el resultado de lo que hagamos será directamente proporcional a nuestro compromiso y honestidad con el que emprendamos la realización de nuestro propósito. Y en ese día a día de batallas y acertijos es dónde aparece Exú, así con X que es como prefiero escribirlo, nuestro fiel amigo compañero, dueño de las encrucijadas. Aquel que representa la energía Èsú de manera más humanizada y por lo tanto más cercana a nosotros. Quién acompaña en nuestras horas más oscuras como también en aquellos momentos super luminosos donde hemos vencido a nuestro principal enemigo: el límite, sea cual sea el que enfrentemos en ese momento, aquél que nos alejaba de nuestro objetivo de realización. La Encrucijada, tan presente como insignia de Exú, representa el momento a momento de las elecciones de nuestra vida, la no presencia o la Presencia. En cada momento en que tomamos una decisión está Exú y su Encrucijada: ¿dejamos que aquella voz externa que habita en cada uno de nosotros escondida de normalidad tome la decisión o somos uno con nuestra decisión y propósito?. Exú entidad, espíritu desencarnado, abocado en esa faceta espiritual como protector, guía y potenciador de nuestra fuerza. No es Exú quien debe ser poderoso en nuestra vida, sino que es él quien nos orienta en esa dirección. En la dirección de que cada uno de nosotros comprendamos el por que de nuestras desdichas imaginarias para romper con ese viejo mecanismo que nos aprisiona. Para comprender que somos nosotros los que debemos desarrollar nuestro Poder, y ese poder sólo será realmente grande, realmente fuerte si lo incrementamos para nuestro crecimiento y dominio de sí. Nunca el poder es con el otro, aquel que se cree poderoso por tener una posición de poder sobre otro solo es presa de una ilusión. Una ilusión que tendrá sus fundamentos en el miedo, en la posición social o económica, en las relaciones; o sea en el ego. Es un poder ficticio que carece de verdadera fuerza espiritual. El Poder es con uno, es Uno; o no lo es. Y esa es la principal batalla, la primera lección que imparte Exú: la humildad. La de ser un servidor de mil batallas, vidas y caminos tortuosos recorridos, que desde su infinita humildad y su grandiosa presencia nos orienta y cobija bajo la confianza, la imperturbabilidad e impecabilidad del Guerrero. El Caminar de Exú es el Caminar del Guerrero, que sabe que la batalla está en nosotros y es interna; se desarrolla en cada recóndito lugar de nuestra esfera mental, en cada herida que habita en nuestro corazón, en cada decisión. Y que siempre el mapa que nos conduce a la llave que abre el cofre del tesoro lo llevamos en nosotros. Allí reside la verdadera Encrucijada de Exú: en la elección de la llave con la que voy abrir las puertas de mi vida. La pregunta es: Voy a seguir creyendo que la llave que otro me dió es con la que voy a poder abrir camino en mi vida; o yo tengo el Valor y el Poder para utilizar mi propia llave, esa que abre todos los Caminos de todos los Universos posibles. Alupo Elegbara Exu Laroyê Exu, Exu É Mojubá MALANDROS Y MALANDRAGEM! Cuando hablamos del Povo Malandro, de Malandragem, muchas veces se confundimos el término asociandolo a lo ruin, al delito, los vicios, lo safado y todos esos aspectos asociados al lado de lo negativo. En realidad el Malandraje nos enseña otra cosa y nos pone frente a frente de cara a lo oculto, a la sombra, en nosotros. A ese ruin, vicioso, vago, licencioso que pretende hacerse creer que puede evadir las Leyes del Universo y salir ileso de esa aventura. Desde su evolución y trascendencia a través de los planos energéticos desde dónde nos guían y orientan nos enseñan a hacernos cargo de los problemas y desavenencias que creamos nosotros mismos para nuestra vida y que encima tenemos la caradurez de osar buscar culpables fuera o esconder los problemas bajo la alfombra. En definitiva nos enseñan a sacarnos la careta, a desocultar las mentiras que nos decimos a nosotros mismos y bajo las cuales podemos ser capaces de seguir comiendo la misma mierda de siempre antes que enfrentarnos a lo más oculto en nosotros, aquel lugar donde no nos animamos a entrar, ni siquiera mirar. Se dice que en el código Malandro no se toleran las mentiras y las traiciones. Son cuestiones de vida-muerte escritas para siempre en la intangibilidad del Código Malandro. Al fin de cuenta trabajamos espiritualmente en nuestro perfeccionamiento y con lo último que queremos vernos es con el malandro en nosotros, pero el “malandro” del yo: el ruin, el mentiroso, el traidor, el que se evade de enfrentarse a lo que se viene a enfrentar en la vida para perderse en las distracciones imaginarias del goce y del ego. Ahí está el Malandro para plantarse de cara a la situación, con la cabeza en alto, todos los sentidos alertas, la escucha atenta y las palabras medidas y certeras para ser utilizadas como puñales. Fiel arquetipo de aquello que llamamos Chamanismo Urbano. Con sus códigos, pruebas y situaciones que día a día nos presenta la urbe, la ciudad y los personajes que en ella habitan. Con los cuales habremos de interactuar para abrirnos paso en una jungla de cemento que presenta tantos enemigos ocultos y pruebas como aquellos montes, montañas y selvas presentaron, y presentan, para el Chamanismo Tradicional. El Malandro nos enseña que siempre hay una oportunidad de ganar la partida más allá de las cartas que nos hayan tocado para jugar. Esa oportunidad va a estar siempre ahí, latente, viva, lista para que sea encontrada por aquellos que encarnan con Presencia, Astucia y Determinación lo Sagrado del Código Malandro; que une mediante un puente invisible las esferas de lo espiritual y lo terrenal. Los grandes Iniciados también fueron Maestros en el uso de la energía del Malandragem. De saber pegar en el momento preciso con la inteligencia y precisión que solo tienen aquellos que demuestran poseer el control total sobre sí mismos. De aquellos que enfrentan su creación con la seguridad de Ser, Paso a Paso, Palabra a Palabra los Hacedores de su Destino. Los mayores recursos con los que cuenta el Povo Malandro, y son ellos especialmente en dónde nos invita a focalizar y utilizar, están en la situación, en el entorno. Son la situación. Todo lo que tiene el Malandro para salir con vida de cada encrucijada de vida o muerte a la que se enfrenta son su astucia, inteligencia y las fuerzas que se encuentran interactuando con nosotros en determinado momento: las debilidades del otro, sus fortalezas, sus olvidos o mayores obsesiones. De allí nos vamos a valer, allí vamos a encontrar todo lo que necesitemos para continuar creciendo en nuestra vida. Desde ese andar propio, dónde la negociación con el otro siempre es Ganar-Ganar. Y como el Universo siempre está en equilibrio, es parte de la Maestría del Malandro saber encontrar ese equilibrio del Ganar-Ganar entre las faltas y saberes propios, y aquellos ajenos. Saber utilizar la guardia baja del otro como puente de crecimiento y no de separación. Utilizar la astucia, el aparente engaño del Malandro para direccionar las fuerzas en beneficio del bien común y el crecimiento individual, en comunión con el otro. Eso es Malandragem. Aprovechar las oportunidades que todos los días caminan, o corren, frente a nosotros y no somos capaces de verlas o siquiera notarlas. Entrenarnos todos los días para identificarlas y usarlas en pos de nuestro crecimiento. Entrenar la presencia, la astucia, la escucha, la palabra precisa; aprender a ver la vida desde el código Malandro. Con alegría y entusiasmo desbordante. Dónde para empezar a ver las oportunidades de crecimiento en nuestra vida primero nos vamos a tener que sacar la careta y enfrentarnos despiadadamente a lo peor de nosotros. Con coraje y valentía; identificando cada miedo, cada tristeza, cada sentimiento negativo del que preferimos alejarnos para ir directo a su encuentro. Hacernos cargos. Ese es el Aprendizaje que nos propicia el Malandragem. Incansablemente, eternamente al encuentro de lo peor de nosotros para plantarle batalla en cualquier esquina, callejón o bajo el farol más sucio de nuestra mente que podamos imaginar. Mientras seamos conscientes en esa batalla estaremos trabajando codo a codo con nuestro Malandro. Hasta que llegue el día que de repente y sin darnos cuenta encontramos la carta ganadora del día, la mejor oportunidad que ese día (y como todos los días) nos puede presentar. Si vemos e identificamos la jugada y hacemos uso de ella, ese día podremos decir que habremos actuado con Verdadera Maestría. Ese día habrá de quedar Inmortalizado en nuestra Eternidad. Ese día habremos Ganado la Partida. A Festejar y Celebrar!. Al levantarnos una nueva partida comienza, las cartas y el azar ya están en nuestras manos. “Se a radio-patrulha chegasse aqui agora seria uma grande vitória ninguém poderia correr Agora que eu quero ver quem é malandro não pode correr”. ¡Salve Zé Pelintra! ¡Salve Malandragem!
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